Quítate el lenguaje
ahora que el hombre no está.
Deja de hablar para ver quién eres,
quítate aquí, ahora que nadie es,
o sea, estría en la vidriera para que nadie
te vea. El lenguaje:
quítatelo. Allá en los morros,
déjate la mirra, está bien.
¿Pero aquí? Pienso, déjate
el incienso, que es demasiado.
A lenguaje dado lenguaje devuelto.
¿El destino? ¿El origen? El pelo suelto.
Que sea pájaro pero que sea verdad.
Faisán o terror nocturno pero verdadero.
No más imágenes por imágenes, por piedad,
por amor a los pies descalzos. Dame
dinero pero verdadero. Un árbol en Alejandría
para ir con Andrés. Somos espíritus viajeros.
Vino, veneno, venas, venablos. Hasta vocablos
de tu boca roja, manzanas del árbol del Paraíso,
hasta la próxima si lo deseas.
Hasta el siguiente pecado que nos guiará hacia el vicio
que nos salva del vácío, toda creación es sucia. Voy.
Un vaso de agua paura pero de verdad.
El poema es no es la manera de comenzar
un poema. Un poema no se comienza nunca,
únicamente se sigue. Ocurre mientras tanto
como un cualquiera que se presenta. No cualquiera´
se presenta. Spolo un poema se presenta
con credenciales del cielo. Sólo un poema se presenta
con credenciales del cielo siendo un cualquiera,
mandadas hacer a mano con la costura de los silencios
cosidos, con la modestia de una modista de trastienda,
tímida, detrás de ti, cara detrás de la cortina porqué,
si es la hermosura en persona. Esos pechos, son muslos,
esas caderas de caerse adentro no son para esconderse detrás
de un parpadeo, de un sol rojo en las mejillas, de un oscuro
sentimiento de estrella sin futuro.
EDUARDO MILÁN