miércoles, 13 de octubre de 2010

LA MESA PUESTA. ALBERTO BLANCO

Reunidos al calor del buen café,

los panes resplandecen con la calma

de las paredes blancas, encendidas,

rebosantes de luz por la ventana.

Ya la paja se extiende entre los pinos,

crece la claridad y forma el cielo,

forma una habitación, forma una jarra

profunda como el ojo del espejo.

Es este mismo mar, el mar de siempre,

llano rectangular de cada cosa,

donde flotan los montes y las nubes

como islas de quietud entre las horas.

Giros de faros, 1979